lunes, 11 de mayo de 2009

COLUMNA "Puente de Plata"

por Humberto Matalí Hernádez
Nada más por llevar la corriente del terror por las epidemías, hay que recordar la narración "El rey Peste" de Edgar Allan Poe, en donde describe un impresionista y hórrido banquete entre sobrevivientes de la peste, que azoló a la ciudad de Londres hace varios siglos. EL REY PESTE“Ante cada uno de ellos había la mitad deun cráneo, que era usado a guisa de copa”Edgar Allan Poe. “El rey Peste”En estas semanas de pánico innecesario y mediático, es bueno recordar que no son pocos los autores literarios que utilizaron a la peste, uno de los cuatro apocalípticos jinetes según el texto bíblico de Juan el Teólogo, como tema de sus obras.
Uno de las narraciones menos conocida de Edgar Allan Poe (1809-1849) en donde aborda el tema de las epidemias es “El rey Peste”, en donde con excelente humor narra una noche de terror en un banquete fúnebre, a la que se enfrentan dos marinos llegados a la ciudad de Londres y desembarcan del “Free and Easy” (Libre y Feliz), navío de bandera holandesa.
Los dos marinos, Legs, flaco y largo de piernas desproporcionadas y Tarpaulin, bajo de apenas cuatro pies y robusto, tan desproporcionados el uno como el otro, se topan en un barrio londinense vetado por la presencia de la peste, en donde describe el autor: “Las casas derruidas obstruían las calles. Los más fétidos y venenosos miasmas flotaban por todas partes, y debido a esa débil luz que aún a medianoche emana siempre de una atmósfera vaporosa y pestilencial, hubiera vislumbrarse yacente en los pasajes y en las callejuelas, o pudriéndose en las casas sin ventanas, la carroña de algún saqueador nocturno, detenido por la peste cuando perpetraba su latrocinio”.Los borrachos, y por lo tanto audaces, se encuentran una empresa de pompas fúnebres en donde se realiza un banquete con la presencia de extraños y estrambóticos personajes, seis en número, pero con extraordinarios atavíos y presencia.
Es la corte del “Rey Peste Primero”, personaje principal que así se presenta y afirma “…este salón, digo, es el trono de nuestro palacio, dedicado a los consejos de nuestro reino y a otras finalidades sagradas y excelsas.” Los nombres de los personajes de la corte de la peste, son tan originales como la reina Peste, el archiduque Pest-Ifemero, el duque Pest-Ilencia, el duque Tem-Pestuoso y la archiduquesa Ana Peste.Por fortuna al enorme Allan Poe, no le tocó la peste improvisada y mediocre de la porcina gripe, que alarma y sirve de escudo político y electorero al gobierno mexicano, que prohíbe las corbatas por ser portadoras del virus, y considera que 50 muertos por una infección pulmonar es motivo de alarma mundial, cuando al día por la guerra declarada contra el poder de los narcotraficantes, deja un saldo diario de 25 a 30 muertos y a veces más. Cuestión de imaginarse los nombres que utilizaría el genio bostoniano para llamar a los secretarios, a los funcionarios y los comunicadores televisivos. No hay duda que son vulnerables personajes como el secretario Carstens, o Córdova Villarreal, y qué decir del profe de Educación, de Ebrard, la simpática Canciller y otros de los muchos que aparecen en estos días en el “show” (perdón por la gringada), de la gripe humana—porcina—aviar.
Aunque sin duda al terrible y tormentoso escritor, creador del género del cuento moderno, no se le ocurrió una narración en donde un país subdesarrollado diera la batalla por la Humanidad, cual programa de televisión de “Star Trek” o de “Viaje a las estrellas”. Dura responsabilidad para una nación que vive entre el alarmismo, el amarillismo noticiero y el escándalo político. Y que sobrevive entre una crisis saqueadora de la riqueza nacional por parte de los vampirescos banqueros.Así que mejor refugiarse en las lecturas del terror, como esta de Edgar Allan Poe, en el año que se cumplen los 200 de su llegada al mundo, en donde sufrió como pocos y murió, como muchos, del hórrido hábito del licor. Y no es falsa moralina, porque vivan los inventos de la ciencia humana, conocidos como whisky, coñac, tequila y cerveza. Por lo menos alivian y distraen de la peste calderoniana y acercan la de Allan Poe, más lógica y creíble que la de este año. Y eso que el genio escribió su texto hace cerca de 180 años.El mejor recuerdo para Edgar Allan Poe es leer sus textos, narraciones y poemas, como por ejemplo “El rey Peste”.

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