lunes, 1 de diciembre de 2008

SIN AYUDA POR PARTE DE AUTORIDADES.



Balancan Tabasco.-.Isaí Viernes Aguilar le está doblando la mano al destino. Con tan sólo siete años aguantó como un tigre muchas y complejas operaciones; se las tuvo que ver con la extirpación de un riñón debido a un tumor canceroso y a su corta edad, él está decidido a continuar luchando por la vida.El pequeño es originario del ejido Santa Cruz de este municipio, donde vive en compañía de su inquebrantable familia en una humilde choza forrada de taciste y con techo de lámina. Juntos se las han visto difíciles pero aún mantienen las esperanzas gracias al afecto que se profesan.“Chayito” le dicen sus compañeritos de la escuela primaria “Margarita Maza de Juárez”, donde cursa el segundo año de educación básica, pero debido a viene padeciendo desde hace dos años la falta de este vital órgano, su asistencia se ha visto entorpecida por las constantes quimioterapias e intervenciones quirúrgicas, aún así él se continua esforzando, por que espera recuperarse y alcanzar un brillante futuro.Isaí es aún muy joven y no quiere morirse, su cabello lacio y ojos negros auguran que romperá algunos corazones, a pesar de que él no sabe esto se resiste a partir. Por eso en su quinto aniversario se armó de valor, superó el miedo atroz que le daba la sexta operación quirúrgica de su vida y permitió que uno de sus riñones le fuera arrebatado.Tristemente no fue suficiente y el dolor sigue ahí, presente en su vida diaria.El inocente rostro de Chayito contrasta con el drama que, tratándo de ocultarle al niño, su madre, Domitila Aguilar Cruz, padece a consecuencia de la devastadora enfermedad que ha minado poco a poco el frágil cuerpo del niño.“Hemos pedido la ayuda del gobierno tanto municipal como estatal, pero no nos toman en cuenta, lo tengo que llevar a Villahermosa al hospital del Niño para otros estudios, pero todo sale caro, desde el pasaje y los alimentos hasta las medicinas que hay que comprarle, las cuales cuestan alrededor de mil quinientos pesos , ya que aunque tenemos el seguro popular las medicinas que nos solicitan los médicos no están en el cuadro básico”, comparte con angustiada y cansada voz la señora. Tal parece que a las autoridades poco les conmueve la llamada de socorro de un niño, quien no alcanza a comprender porqué el mundo es tan dadivoso con algunos mientras a otros les priva de oportunidades."El tumor del riñón hace que me duela la pierna”, explica Isaí. “Se me cayó el pelo y me adelgacé después de la quimioterapia. A veces me dan ganas de correr, brincar y jugar, pero al momento le digo a mi mamá que me lleve a la cama porque no aguanto”.Su madre añade que después de la operación le tuvieron que cortar también parte del intestino debido a una “fístula”, pero que luego de esta intervención la herida no le cerraba; los médicos le decían que tenía la piel muy débil por lo que durante los 15 días siguientes tuvieron que operarlo tres veces más para “pegarle” el intestino.Esto sucedió en agosto del 2007. Desde entonces los hospitales se convirtieron en su segundo hogar. A los problemas de salud se añaden los económicos. El padre trabaja como campesino y como es poco lo que gana jornaleando en el campo, la madre se ve necesitada de acompletar lavando ropa ajena y vendiendo algunos animalitos de corral."Hemos tratado que tenga una existencia lo más normal posible, pese a que casi la mitad de su vida ha tenido que pasarla en hospitales", manifestó doña Domitila. Para desplazarse hasta Villahermosa, la familia ha tenido que recurrir a la solidaridad de parientes y vecinos, que hacen colectas cada vez que Chayito viaja para recibir su tratamiento.Ajeno en apariencia a la enfermedad, Isaí es un niño alegre y activo, que se enfada cuando le falta el aliento y esto le impide correr con sus compañeros. “Extraño mucho a mi profesora. Es muy cariñosa, en especial conmigo; me da un beso de llegada y otro de despedida. Quiero recuperarme completamente para asistir normalmente al colegio”.Así con entusiasmo y entre sonrisas, contó que esta navidad le pedirá a Santa Claus que le traiga su salud, además de una bici y de un balón, "Me he sentido bien y miro la vida con más ganas", remachó el niño con una llamita de esperanza en sus pupilas.

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