sábado, 1 de noviembre de 2008

DIA DE MUERTOS, TRADICIÓN QUE PERDURA


















BALANCÁN
LÁZARO TEJERO JUÁREZ

Día de los Santos y Muertos y no tan muertos, en el municipio de Balancán, como en todo el país, se celebra desde tiempos ancestrales este rito, veladoras, flores, pan, papel picado de vivo colores, flores y cualquier cantidad de imágenes de familiares fallecidos naturalmente o en situaciones trágicas, adornan las mesas de cada casa, pero sobre todo los sepulcros, que como todos los primeros días de noviembre, se colman de visitantes.

Días de veneración a quienes se han ido. De remembranza por aquellos aromas y sabores que tanto disfrutó el difunto; noches de tamal dulce y atole que forman parte de este ritual que involucra las almas de vivos y muertos que una vez al año se reencuentran.

En Balancán es tiempo de oraciones, de santos rosarios y de interminables charlas con los familiares fallecidos, costumbre que se practica durante todo el mes de noviembre.
Son días para avivar las leyendas: a los pequeños se les pide que no salgan por las noches, pues éstas, las primeras de noviembre, son noches especialmente diseñadas para el deambular de las ánimas: sólo los difuntos tienen derecho a las calles.

El Día de Todos los Santos, el 1 de noviembre, está dedicado a quienes tuvieron una vida ejemplar y a los niños difuntos. De acuerdo con la tradición, se alzan altares a los santos en las iglesias, además de los altares en casa o sobre las lápidas del cementerio.

El 2 de noviembre es el Día de Muertos. Y entonces, los altares se adornan con papeles de colores y flores. La celebración posee diversas costumbres y misticismos, como adornar con flores las tumbas desde la madrugada y encendiendo veladoras, levantando altares que ayudarán al difunto a transitar sin contratiempos por el buen camino hacia la eternidad.

Las ofrendas de culto a los muertos son una tradición que data de las culturas precolombinas asentadas en lo que hoy es México.

En Tabasco como en el resto del país se conserva una de las tradiciones más bellas y representativas de nuestra cultura: “Las ofrendas a nuestros parientes difuntos”, las cuales son originarias de los pueblos prehispánicos; pero a la llegada de los españoles se le agregaron elementos típicos del cristianismo.

Los pueblos mesoamericanos (en esta región los mayas), tenían la creencia que las animas abandonaban el mundo de los muertos para regresar a sus hogares y disfrutar de ese mes con sus familiares, llamado también mes de las ánimas , los familiares se encargaban en confeccionar un altar donde colocarían alimentos, bebidas y ofrendas que le agradasen al difunto, así como una serie de objetos que asegurarían el descanso eterno de las ánimas así como una agradable estancia en los días que visita el mundo de los vivos.

Como se construye un altar y su significado

BALANCÁN
LÁZARO TEJERO JUÁREZ

Los altares típicos en Balancán, tienen un profundo significado para las familias que preservan estas tradiciones, lo que encierra una conexión con el misticismo de nuestras raíces más profundas de nuestra cultura e idiosincrasia.

Tipos de nivel de un altar y su simbolismo

Tercer nivel. Consta de una especie de techo que significa estar bajo la protección de Dios; debe tener su palia (Mantel o cortina bordado en punto de cruz); un crucifijo, que simboliza la muerte del hijo de Dios en la tierra.
Una cruz negra que simboliza duelo; palmas que aluden a el domingo de ramos; imágenes religiosas, una fotografía del difunto o de los familiares que hicieron la ofrenda. Un rosario, símbolo de la plegaria cristiana; un escapulario, que simboliza protección.

Segundo nivel. En éste se colocan las ofrendas para la gente mayor se coloca un recipiente con agua, para mitigar la sed de las ánimas, un poco de sal que significa purificación; adornos de papel de china (papel picado) en colores blanco y morado, que significan el luto cristiano y naranja que es el color del luto maya, flores de papel y naturales de colores rojo que simbolizan amor, blanco que simbolizan el perdón y amarillas símbolo de luz.

Se coloca albaca para ahuyentar a los malos espíritus; nueve velas de cebo que representan a los nueve señores de la noche que guardan apostados en los nueve senderos del Mictlán o región de los muertos y a los nueve misterios del rosario, una vela para el ánima sola, par los que no tienen quien rece por ellos; bases naturales para colocar las velas (naranjas o tallos de plátano).

Son importantes objetos personales del difunto para tenerlo presente e indicar a quien va dirigida la ofrenda como también platillos que él disfrutaba en vida; tamales, bebidas como el pozol (a base de nixtamal, cacao molido y agua); guarapo (hecho con el jugo de la molienda de la caña se coloca en cantaros y fermentarlo con granos de maíz tostado, quebrado y panela molida (azúcar de caña) éstos se colocan en doce jícaras cada una de las bebidas.

Primer nivel. Dedicado a las ánimas de los niños, como es el nivel más bajo es fácil que los niños alcancen las ofrendas que se les brindan; se le coloca una corona de flores multicolores dulces de calabaza, camote, plátano asado y papaya, éstos dulces se reparten en pequeños apastes; también se colocan pequeños juguetes. Alrededor del altar se coloca un sahumerio, cuyo humo simboliza una ofrenda espiritual y purificar el ambiente, también debe estar presente la tierra en cualquier forma y significa el cobijo definitivo y canastos para colocar las frutas o los granos de la ofrenda.

“Las tradiciones se han ido perdiendo”

BALANCÁN
LÁZARO TEJERO JUÁREZ

Bajo un cielo nublado y sentado en una vetusta silla, conversamos con Don Francisco Otero Alcocer, de 87 años de edad, mejor conocido como “Pancho”, quien brevemente nos platica como se vivían los días de muertos hace cuatro décadas.

¿Don Pancho, que recuerda usted de aquellos tosantos?

-Pues era algo más bonito ver como toda la familia se unía desde varios días antes, para dar inicio a los preparativos de lo que sería una gran fiesta entre quienes se fueron dejando solo recuerdos y quienes a un estábamos luchando por preservar la tradición, se hacían grandes ollas de comida, especialmente; tamales de pavo, de frijol pelón, maneas, socucos, además de las bebidas tradicionales como el atole agrio, el champurrado y el sabrosísimo chocolate casero, no como el que ahora venden que solo son comerciales.
Por otro lado los riquísimos dulces de papaya oreja de mico, conservas, coco, leche, buñuelo, arroz con leche y otros que nomas de acordarme se me agua la boca-agrega sonriendo el hombre de muchas vivencias.

¿En consistían los festejos del primero y dos de noviembre?
-antes se vivían intensamente estos dos grandes días, ya que desde la mañana del día primero visitábamos el panteón donde están las lapidas de nuestros angelitos a quienes encendíamos veladoras y poníamos dulces con la creencia que sus almas llegaban a tomar las ofrendas, mientras el día trascurría entre conversaciones con amigos y vecinos, así hasta el último rayo del sol, hora en que nos retirábamos para regresar el día siguiente.
El día dos que era de los fieles difuntos era más distinto, ya que a las animas no se les ofrecía dulces si no comidas que en vida eran sus predilectas y además de hacerles sus respectivo rezos.
¿En este mismo panteón siempre han venerados a sus muertos?
-desde que tengo uso de razón si, pero mis padres en sus platicas decían que el primer camposanto que existió en esta ciudad, era uno que hoy ya no existe pero que estaba ubicado en las esquinas de las calles Allende y Francisco Javier Mina en la colonia el Palenque, terrenos que actualmente tienen construcciones modernas quedando los huesos de quienes fueron sepultados ahí, varios metros bajo la tierra.


“A mis hijos he tratado de inculcarles esta tradición, pero ahora con la modernidad las tradiciones se han ido perdiendo”, reconoce con gesto resignado Don Pancho, quien toda su vida de electricista, dedicaba tiempo y dinero a estas celebraciones.




“Se han ido perdiendo”, fueron las últimas palabras entrecortadas de don pancho, quien con tristeza agregó que muchos ya no se acuerdan de sus difuntos y dejan al abandono los sepulcros que lucen descoloridos y sin una sola veladora que ilumine este día el camino del alma de estos seres, que pasaron de ser queridos a olvidados.

Claro ejemplo del olvido a los seres queridos es el sepulcro de la reconocida maestra Altruista de corazón, Salome Marín Virgilio, quien fundó una escuela de oficios y la primera escuela primaria, construyó el antiguo puente que unía el barrio del Palenque con el centro y la plaza cívica de la cabecera municipal y aun cuando existe una escuela con su nombre nadie se ha preocupado en este año, de dar una limpieza y una nueva vista a este monumento.

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